martes, 16 de julio de 2013

Gracias a ti

A ti que me criaste mientras mis padres trabajaban; a ti que el día que cobrabas tu paguita me llevabas de tu mano a la plaza del barrio para comprar comida para tus hijos y chucherías para tus nietos; a ti que discutías con mi madre por las mañanas "pobrecita, que no vaya al cole, déjala dormir..."

A ti que por una enfermedad comprendí que la vida no es justa, que nada es para siempre y que hay que dar un beso de buenas noches cada día porque quién sabe qué pasara mañana al levantarnos... Una enfermedad que marcó nuestras vidas, una enfermedad que me hizo madurar a los nueve años, unos pocos días antes de hacer la primera comunión, aunque tú lo sabias; no estarías en ella... Una enfermedad que se llevó a una de mis madres.

Aún recuerdo aquel día, al llegar a casa y ver que no era ella quien me abría la puerta, que era mi madre lo supe, solo al mirarla lo supe... ella no estaba en casa. Mis tíos y primos en el salón; una reunión pero no como las de siempre, con toneladas de comida, playa, risas y juegos, sino de llantos, de abrazos rotos y de lamentos llenos de dolor. Todos lloraban menos yo; yo solo pensaba que mi abuela se había puesto enferma y estaba en el hospital, pero que regresaría al día siguiente. Ese mismo día, me metí en el cuarto de mi madre para escapar de aquel alboroto, me senté en la cama y me derrumbé; empezaba a comprenderlo.

Al pasar los días lo entendí, no recordaba a nadie, no podía moverse, ni hablar, ni comer por si misma, nada; era tan solo una persona tumbada en una cama, una persona que solo podía mover el brazo y la pierna izquierda.

"No recuerda a nadie; no sabrá ni quién eres"

Me dolió escuchar esa frase, me dolió saber que no volvería a reñirme ni a jugar conmigo. El día de mi comunión decidí ir al hospital, ya la habían pasado al segundo hospital, donde para los medicos ya no había solución apenas un mes después del infarto cerebral.
Ilusionada y a la vez asustada, vestida de comunión subí a su habitación con mis padres; allí estaba ella, tumbada en la cama, mirando a un punto fijo, con la mirada perdida... Se percató de que alguien entró en la habitación y entonces una alegría inmensa la inundó, la sonrisa mas sincera del mundo en sus labios; su nieta pequeña, vestida de comunión había ido a verla (y si, yo juraría que me reconoció). La alegría duró poco, enseguida comenzó a llorar... No cabía duda de que me reconoció.

Al poco tiempo la llevamos a casa, con su cama especial y su sillón para que no se picase... Para ella en cada día había una rutina establecida; las pastillas, los botes de comida, el agua, sondas, ejercicios sin sentido, cremitas, colonia, (es increíble lo que recuerdo su colonia...) y llanto; lloraba, recuerdo tener que encerrarme en mi habitación porque ella empezaba a llorar desconsoladamente; estaba claro que se daba cuenta de su situación y yo no podía aguantarlo.

Pero una noche, al darle las buenas noches y besarle en la mejilla, un ruido; un ruido al que no estaba acostumbrada sonó; un beso salió de tu boca... Me besó en la mejilla, me dio un beso de buenas noches.

Poco a poco la vela se fue apagando, fueron pasando los años y cada vez con mas debilidad y con menos lucidez aguantaba como una campeona dia tras día,hasta que se hizo inminente...

Gracias a ti nos hiciste luchadores, gracias a ti le agradezco cada día a Dios por tener la madre que tengo, porque ella tuvo cojones para cuidarte cada día, en horario de 24/7, con la espalda y piernas achacadas por tu mismo cuido; y aún así seguía teniendo buen humos para sacar adelante a su familia, para hacer bromas y conseguir que sonrieras. Gracias a ti se el valor de una sonrisa y de la familia; ains la familia, esa que nunca falla.
Gracias a ti aprendí que aunque la vida aparentemente haya perdido su sentido hay que seguir peleando día a día. Porque gracias a ti se que hay que luchar y no creer en lo que digan; que 48 horas pueden ser 4 años y que nunca es tarde para dar un beso de buenas noches.

Te quiero.
                Pasodoble "Siempre espero" La secta de los carapapas

                                                                                                           Dulces sueños

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